El psicoterapeuta alemán Bert Hellinger está relacionado con el método terapéutico conocido como Constelaciones Familiares y Terapias sistémicas.
En los últimos años, su trabajo ha evolucionado más allá de éste ámbito a lo que él ahora llama Movimientos del espíritu-alma.
Sus 16 años en Sudáfrica como misionero entre los Zulú también dejaron
huellas profundas en su trabajo.
Allí dirigió un gran internado donde enseñaba también y al mismo tiempo era el cura de una parroquia.
Allí dirigió un gran internado donde enseñaba también y al mismo tiempo era el cura de una parroquia.
Hellinger viaja en la actualidad extensamente, dando conferencias, talleres y cursos de formación en todas partes de Europa, EE. UU, América Central y América del Sur, Rusia, China, y Japón.
Hoy, reproducimos uno de sus trabajos realizados en Sevilla año 2000:
Hellinger: Hola, buenos días.
Hombre: Buenos días.
Hellinger: ¿De qué se trata en tu caso?
Hombre: Mis padres son muy mayores y ahora mi padre tiene demencia senil. Hace muchos años, cuando era joven me separé de él, me desconecté de él a nivel de contacto y en este momento me gustaría saber de qué forma me podría acercar a él o poder ayudar. Siento que tengo bastante responsabilidad en este momento.
Hellinger: ¿Qué edad tienes tú?
Hombre: 26.
Hellinger: ¿Y qué edad tiene tu padre?
Hombre: Ochenta.
Hellinger: ¿Y la madre?
Hombre: Setenta y tres.
Hellinger: ¿Tienes más hermanos?
Hombre: Sí, éramos ocho hermanos. Los seis primeros hermanos eran hijos de mi tío. Mi tío murió, mi madre estuvo viuda once años y luego se casó con mi padre y tuvo dos hijos más. Mi hermano que murió hace siete años y yo.
Hellinger: ¿De qué murió el hermano?
Hombre: Fue víctima de un accidente de tráfico.
Hellinger: ¿Y de qué murió el tío?
Hombre: De un infarto.
Hellinger: ¿Tu padre también estuvo casado anteriormente?
Hombre: Fue misionero.
Hellinger: ¿Qué misionero? ¿Católico, protestante?
Hombre: Católico, padres blancos.
Hellinger: ¿Por qué dejó la órden?
Hombre: Supongo que empezaría a perder sus ideales y no se sentiría bien y quería volver
Hellinger: Ok. Yo también fui misionero. Configuraré a dos personas, tu padre y tu.
El hombre escoge el representante para él mismo.
Hellinger: Quisiera decir algo sobre la elección de los representantes. No importa a quién se coga y es mejor no coger a nadie que te conozca. Si no puede haber interferencias. NI tampoco hay que buscar pareceres exteriores. Ok posiciónalos.
El hombre coloca al padre e hijo uno al lado del otro. El hijo está a la izquierda del padre.
Hellinger: ¿Tú eres piadoso?
Hombre: No sé.
Hellinger: Ok. Yo lo he visto.
El hombre asiente. Hellinger saca del público a una mujer, la coloca frente a los hombres y dice: Este sería Dios.
El público se ríe. Hellinger: Tenéis que mantener la seriedad. Esto es un asunto duro.
La mujer quiere acercarse.
Hellinger: No te muevas. Dios no se mueve.
Hellinger saca la representante para la madre.
Hellinger: ¿Qué pasa con el padre?
Padre: Siento ganas de estar más cerca de mi hijo.
Hellinger: ¿Y hacia allá? (Hellinger indica a la representante de Dios)
Padre: También. Con mi hijo hacia allá.
Hellinger dice al hombre: ¿Verdad que es extraño?
Hellinger saca otro representante: este es tu hermano y lo coloco ahora al lado de Dios.
Hellinger: ¿Cómo se encuentra el padre ahora, mejor o peor?
Padre: Muy raro, muy extraño.
Hellinger: ¿Mejor o peor?
Padre: Mejor.
Hellinger: Este sería el sacrificio del hijo para reconciliar a Dios por su separación. Tú sería el siguiente. É l quería ir contigo hacia Dios. Te contaré una historia. Un hombre una noche soñó con que había oído la voz de Dios. Levántate, coge a tu hijo tu único y amado. Llévalo al monte que te señalaré y ahí sacrifícamelo en el holocausto. Por la mañana el hombre se levantó, miró a su hijo, su único bien amado, miró a su mujer, la madre del hijo, miró a su Dios, cogió al hijo y lo llevó al monte. Construyó un altar, le ató las manos, sacó el cuchillo y quiso sacrificarlo. De repente escuchó otra voz y así en lugar de su hijo sacrificó a una oveja. ¿Ahora cómo mira el hijo a su padre? ¿Cómo este padre a su hijo? ¿Y cómo la mujer a su marido? ¿Cómo el marido a la mujer? ¿Cómo ellos miran a Dios? ¿Y cómo Dios, suponiendo que exista, les mira a ellos? También otro hombre escucho en sus sueños la voz de Dios que le dijo: Levántate, coge a tu hijo, al único y bien amado. Llévatelo al monte que te señalaré y ahí sacrifícamelo en el holocausto. Por la mañana el hombre se levantó, miró a su hijo, su único y bien amado. Miró a su madre, la madre del hijo, miró a su dios y le dijo cara a cara: No lo haré. ¿Cómo el hijo mira a su padre? ¿Cómo el padre a su hijo? ¿Cómo la madre a su marido? ¿Cómo el marido a su mujer? ¿Cómo miran ellos a dios? ¿Y cómo el dios, suponiendo que exista, les mira a ellos? ¿Quién de estos dos padres tiene la fé mayor?
Hombre: Para mí el segundo.
Hellinger: Exacto. Ocupa tu lugar en la constelación. Dile a dios: Yo tengo la fé mayor.
Hombre: Yo tengo la fé mayor.
Hellinger: ¿Cómo se encuentra dios?
Dios: Bien.
Hellinger: Aquí lo dejaré.
Hellinger: Quiero deciros algo acerca de dios. Es algo muy atrevido. Hay muchas personas que hablan de dios como si supieran algo de él. Yo no sé nada de él. Pero sé algo de los hombres. Y sé algo de lo que ocurre en las almas de las personas. Algo que ocurre en las almas de las personas es una necesidad profunda de compensación. Muy simple. Cuando alguien me hace un regalo, por muy bello que sea, yo siento una profunda necesidad de compensar el regalo. Me siento inquieto hasta que yo también le haya hecho un regalo. Y en cuando yo le haya dado algo, me siento libre. Y esta necesidad de compensación es la base de toda relación. Sin esta necesidad de compensación, no puede haber intercambio entre las personas, entre el hombre y la mujer, entre el padre y los hijos. En todas partes actúa esta profunda necesidad de compensación. Esta necesidad de compensación se une al amor. Cuando el hombre le regala algo a la mujer, ella se siente en la necesidad de regalarle algo a él también. Y dado que le quiere, le da un poquito más. Así él tiene la necesidad de compensar. Y dado que el la quiere, le da un poquito más. Así por la unión entre compensación y amor el intercambio aumenta y con el aumento del intercambio crece la felicidad. Éste sería el secreto de una relación de pareja. Entre padres e hijos, los padres les dan tanto a los hijos que los hijos no tienen posibilidad de llegar a una compensación. ¿Entonces en su inquietud qué hacen los hijos? Se casan y van pasando a sus hijos lo que ellos recibieron de sus padres y así la necesidad de compensación permite que los padres den tanto a sus hijos. Es una cosa muy bonita, ¿no?
Esta necesidad de compensación tiene una importancia profunda para nuestras relaciones, pero también existe un lado oscuro. Cuando alguien comete algo grave conmigo, también siento la necesidad de compensarlo, por tanto estoy pensando en vengarme. Algunos no conocen el secreto de la buena compensación negativa. Algunos lo tratan igual que la compensación positiva. Si alguien me daña, yo solamente le devuelvo lo mismo, sino como me siento justificado aún aumento un poco más. Así el otro siente el derecho de devolverme la injusticia y me devuelve un poquito más. Y así aumente el intercambio negativo. Hay una regla muy simple. Hay que unir la venganza al amor. Si a mí me hacen algo, yo también tengo que hacer algo. Pero como quiero a la otra persona, le hago un poco menos de daño, así el otro ya no tiene derecho de hacerme nada, todo lo contrario puede reiniciarse el intercambio positivo. Quien no devuelve la injusticia, pone en peligro al amor, el perdón de la injusticia acaba con el intercambio positivo. Hay que vengarse pero con amor.
Esta necesidad de compensación por mucha persona y también por muchas religiones es transferida al destino y al dios. Así, si tu padre deja la orden manteniendo la fé de antes y también tu madre mantiene la fé de antes y los hijos mantienen la fé de antes, todos ellos lo pagan, vida por vida. Se sacrifica un hijo. Eso no quiere decir que el padre sacrifique al hijo, toda la familia siente la necesidad de compensación sin que esto aparezca en la consciencia y entonces pasan estas cosas. Y todo el cristianismo se fundamenta en este mecanismo, que lo bueno tiene que ser pagado con la vida, por tanto algo humano y solamente humano se aplica más allá del ser humano a algo más grande que ni siquiera conocemos. Y ahora hay que pensar en la imagen de dios que sería esta.
Me acuerdo de mis tiempos de misionero en África. Construí una iglesia y había una imagen de dios en la iglesia en Alemania donde me bautizaron a mí, era una cruz donde el soldado traspasó con la lanza el pecho de Jesús y la madre de Jesús estaba debajo de la cruz recogiendo la sangre en un cáliz. En aquel entonces yo estaba un poco limitado todavía, pensaba que era una imagen bonita y encontré un pintor religioso en Alemania, pero ya no pintaba cuadros religiosos, solamente vendía cerveza. Pero me ofreció hacer una copia de aquella imagen y así hice una foto de esa imagen y después se la enseñé a unas hermanas indígenas de sudafrica. Estaban espantadas. ¿Cómo una madre puede hacer eso? Entonces me enseñaron y me hicieron comprender. Pensaban que yo estaba loco. Pero una vez uno está en este fé y ya no percibe la locura.
¿Cuál es la solución?
Hay que renegar del dios pequeño para dirigirse al más grande que para nosotros sigue siendo oculto.
Espero que le he dejado bastante claro, pero la misma actitud también existe en las familias hacia el destino. Os daré un ejemplo muy simple. Un ingeniero se compró mercedes y en su familia eso era una arrogancia. Entonces iba por la autopista y un día tuvo un accidente que otro coche por detrás chocó con él. El hombre se sintió sumamente aliviado. Ahora por fin había pagado por el mercedes. Hacia el destino. ¿Y cuántos hijos hay que ven que los padres están enfermos y hacen voto con dios? Coge mi vida para que mi madre siga viviendo. Es algo común. Y entonces me imagino a dios mirando a tales hijos. ¿Entonces cómo se sentirá dios? Le saldrán las lágrimas viendo esto.
Mucha psicoterapia consiste en romper estos moldes, estos patrones. Por eso esto también es una educación en la fé. Una educación religiosa sin que sepamos dónde exactamente eso se dirige. Pero sabemos de dónde nos aparta.
Hombre: Buenos días.
Hellinger: ¿De qué se trata en tu caso?
Hombre: Mis padres son muy mayores y ahora mi padre tiene demencia senil. Hace muchos años, cuando era joven me separé de él, me desconecté de él a nivel de contacto y en este momento me gustaría saber de qué forma me podría acercar a él o poder ayudar. Siento que tengo bastante responsabilidad en este momento.
Hellinger: ¿Qué edad tienes tú?
Hombre: 26.
Hellinger: ¿Y qué edad tiene tu padre?
Hombre: Ochenta.
Hellinger: ¿Y la madre?
Hombre: Setenta y tres.
Hellinger: ¿Tienes más hermanos?
Hombre: Sí, éramos ocho hermanos. Los seis primeros hermanos eran hijos de mi tío. Mi tío murió, mi madre estuvo viuda once años y luego se casó con mi padre y tuvo dos hijos más. Mi hermano que murió hace siete años y yo.
Hellinger: ¿De qué murió el hermano?
Hombre: Fue víctima de un accidente de tráfico.
Hellinger: ¿Y de qué murió el tío?
Hombre: De un infarto.
Hellinger: ¿Tu padre también estuvo casado anteriormente?
Hombre: Fue misionero.
Hellinger: ¿Qué misionero? ¿Católico, protestante?
Hombre: Católico, padres blancos.
Hellinger: ¿Por qué dejó la órden?
Hombre: Supongo que empezaría a perder sus ideales y no se sentiría bien y quería volver
Hellinger: Ok. Yo también fui misionero. Configuraré a dos personas, tu padre y tu.
El hombre escoge el representante para él mismo.
Hellinger: Quisiera decir algo sobre la elección de los representantes. No importa a quién se coga y es mejor no coger a nadie que te conozca. Si no puede haber interferencias. NI tampoco hay que buscar pareceres exteriores. Ok posiciónalos.
El hombre coloca al padre e hijo uno al lado del otro. El hijo está a la izquierda del padre.
Hellinger: ¿Tú eres piadoso?
Hombre: No sé.
Hellinger: Ok. Yo lo he visto.
El hombre asiente. Hellinger saca del público a una mujer, la coloca frente a los hombres y dice: Este sería Dios.
El público se ríe. Hellinger: Tenéis que mantener la seriedad. Esto es un asunto duro.
La mujer quiere acercarse.
Hellinger: No te muevas. Dios no se mueve.
Hellinger saca la representante para la madre.
Hellinger: ¿Qué pasa con el padre?
Padre: Siento ganas de estar más cerca de mi hijo.
Hellinger: ¿Y hacia allá? (Hellinger indica a la representante de Dios)
Padre: También. Con mi hijo hacia allá.
Hellinger dice al hombre: ¿Verdad que es extraño?
Hellinger saca otro representante: este es tu hermano y lo coloco ahora al lado de Dios.
Hellinger: ¿Cómo se encuentra el padre ahora, mejor o peor?
Padre: Muy raro, muy extraño.
Hellinger: ¿Mejor o peor?
Padre: Mejor.
Hellinger: Este sería el sacrificio del hijo para reconciliar a Dios por su separación. Tú sería el siguiente. É l quería ir contigo hacia Dios. Te contaré una historia. Un hombre una noche soñó con que había oído la voz de Dios. Levántate, coge a tu hijo tu único y amado. Llévalo al monte que te señalaré y ahí sacrifícamelo en el holocausto. Por la mañana el hombre se levantó, miró a su hijo, su único bien amado, miró a su mujer, la madre del hijo, miró a su Dios, cogió al hijo y lo llevó al monte. Construyó un altar, le ató las manos, sacó el cuchillo y quiso sacrificarlo. De repente escuchó otra voz y así en lugar de su hijo sacrificó a una oveja. ¿Ahora cómo mira el hijo a su padre? ¿Cómo este padre a su hijo? ¿Y cómo la mujer a su marido? ¿Cómo el marido a la mujer? ¿Cómo ellos miran a Dios? ¿Y cómo Dios, suponiendo que exista, les mira a ellos? También otro hombre escucho en sus sueños la voz de Dios que le dijo: Levántate, coge a tu hijo, al único y bien amado. Llévatelo al monte que te señalaré y ahí sacrifícamelo en el holocausto. Por la mañana el hombre se levantó, miró a su hijo, su único y bien amado. Miró a su madre, la madre del hijo, miró a su dios y le dijo cara a cara: No lo haré. ¿Cómo el hijo mira a su padre? ¿Cómo el padre a su hijo? ¿Cómo la madre a su marido? ¿Cómo el marido a su mujer? ¿Cómo miran ellos a dios? ¿Y cómo el dios, suponiendo que exista, les mira a ellos? ¿Quién de estos dos padres tiene la fé mayor?
Hombre: Para mí el segundo.
Hellinger: Exacto. Ocupa tu lugar en la constelación. Dile a dios: Yo tengo la fé mayor.
Hombre: Yo tengo la fé mayor.
Hellinger: ¿Cómo se encuentra dios?
Dios: Bien.
Hellinger: Aquí lo dejaré.
Hellinger: Quiero deciros algo acerca de dios. Es algo muy atrevido. Hay muchas personas que hablan de dios como si supieran algo de él. Yo no sé nada de él. Pero sé algo de los hombres. Y sé algo de lo que ocurre en las almas de las personas. Algo que ocurre en las almas de las personas es una necesidad profunda de compensación. Muy simple. Cuando alguien me hace un regalo, por muy bello que sea, yo siento una profunda necesidad de compensar el regalo. Me siento inquieto hasta que yo también le haya hecho un regalo. Y en cuando yo le haya dado algo, me siento libre. Y esta necesidad de compensación es la base de toda relación. Sin esta necesidad de compensación, no puede haber intercambio entre las personas, entre el hombre y la mujer, entre el padre y los hijos. En todas partes actúa esta profunda necesidad de compensación. Esta necesidad de compensación se une al amor. Cuando el hombre le regala algo a la mujer, ella se siente en la necesidad de regalarle algo a él también. Y dado que le quiere, le da un poquito más. Así él tiene la necesidad de compensar. Y dado que el la quiere, le da un poquito más. Así por la unión entre compensación y amor el intercambio aumenta y con el aumento del intercambio crece la felicidad. Éste sería el secreto de una relación de pareja. Entre padres e hijos, los padres les dan tanto a los hijos que los hijos no tienen posibilidad de llegar a una compensación. ¿Entonces en su inquietud qué hacen los hijos? Se casan y van pasando a sus hijos lo que ellos recibieron de sus padres y así la necesidad de compensación permite que los padres den tanto a sus hijos. Es una cosa muy bonita, ¿no?
Esta necesidad de compensación tiene una importancia profunda para nuestras relaciones, pero también existe un lado oscuro. Cuando alguien comete algo grave conmigo, también siento la necesidad de compensarlo, por tanto estoy pensando en vengarme. Algunos no conocen el secreto de la buena compensación negativa. Algunos lo tratan igual que la compensación positiva. Si alguien me daña, yo solamente le devuelvo lo mismo, sino como me siento justificado aún aumento un poco más. Así el otro siente el derecho de devolverme la injusticia y me devuelve un poquito más. Y así aumente el intercambio negativo. Hay una regla muy simple. Hay que unir la venganza al amor. Si a mí me hacen algo, yo también tengo que hacer algo. Pero como quiero a la otra persona, le hago un poco menos de daño, así el otro ya no tiene derecho de hacerme nada, todo lo contrario puede reiniciarse el intercambio positivo. Quien no devuelve la injusticia, pone en peligro al amor, el perdón de la injusticia acaba con el intercambio positivo. Hay que vengarse pero con amor.
Esta necesidad de compensación por mucha persona y también por muchas religiones es transferida al destino y al dios. Así, si tu padre deja la orden manteniendo la fé de antes y también tu madre mantiene la fé de antes y los hijos mantienen la fé de antes, todos ellos lo pagan, vida por vida. Se sacrifica un hijo. Eso no quiere decir que el padre sacrifique al hijo, toda la familia siente la necesidad de compensación sin que esto aparezca en la consciencia y entonces pasan estas cosas. Y todo el cristianismo se fundamenta en este mecanismo, que lo bueno tiene que ser pagado con la vida, por tanto algo humano y solamente humano se aplica más allá del ser humano a algo más grande que ni siquiera conocemos. Y ahora hay que pensar en la imagen de dios que sería esta.
Me acuerdo de mis tiempos de misionero en África. Construí una iglesia y había una imagen de dios en la iglesia en Alemania donde me bautizaron a mí, era una cruz donde el soldado traspasó con la lanza el pecho de Jesús y la madre de Jesús estaba debajo de la cruz recogiendo la sangre en un cáliz. En aquel entonces yo estaba un poco limitado todavía, pensaba que era una imagen bonita y encontré un pintor religioso en Alemania, pero ya no pintaba cuadros religiosos, solamente vendía cerveza. Pero me ofreció hacer una copia de aquella imagen y así hice una foto de esa imagen y después se la enseñé a unas hermanas indígenas de sudafrica. Estaban espantadas. ¿Cómo una madre puede hacer eso? Entonces me enseñaron y me hicieron comprender. Pensaban que yo estaba loco. Pero una vez uno está en este fé y ya no percibe la locura.
¿Cuál es la solución?
Hay que renegar del dios pequeño para dirigirse al más grande que para nosotros sigue siendo oculto.
Espero que le he dejado bastante claro, pero la misma actitud también existe en las familias hacia el destino. Os daré un ejemplo muy simple. Un ingeniero se compró mercedes y en su familia eso era una arrogancia. Entonces iba por la autopista y un día tuvo un accidente que otro coche por detrás chocó con él. El hombre se sintió sumamente aliviado. Ahora por fin había pagado por el mercedes. Hacia el destino. ¿Y cuántos hijos hay que ven que los padres están enfermos y hacen voto con dios? Coge mi vida para que mi madre siga viviendo. Es algo común. Y entonces me imagino a dios mirando a tales hijos. ¿Entonces cómo se sentirá dios? Le saldrán las lágrimas viendo esto.
Mucha psicoterapia consiste en romper estos moldes, estos patrones. Por eso esto también es una educación en la fé. Una educación religiosa sin que sepamos dónde exactamente eso se dirige. Pero sabemos de dónde nos aparta.
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